Nuestra relación era casi secreta,
pocos conocían tu cara,
nadie nos había visto juntos.
Recorríamos la ciudad en secreto, de tasca en tasca,
de las terrazas a los subsuelos.
Nadie nos buscaba porque nadie sabía que existíamos.
Éramos aire, agua. Sobre todo éramos fuego.
Nuestra relación era tantas cosas que practicamente no era nada,
nada más que cuerpos,
pocas palabras,
secretas siempre,
ocultos siempre,
andando juntos.
Lucía
(Para Pablo, la presión para escribir)