CUANDO NO PUEDAS PENSAR, ESCRIBE
sábado, 27 de noviembre de 2010
ARTe
A mi también me sorprendió el arte contemporáneo criticándolo a sus espaldas. Luego tuve que pedirle disculpas.
Lucía
domingo, 21 de noviembre de 2010
OFICINA
La vida se le presentaba desordenada y el futuro incierto.
Tomaba sorbos de café a un ritmo de dos por minuto. Miraba el reloj cada media hora. Controlaba a la secretaria y a los de los lados. Todo ello sin quitar la mirada de la pantalla del ordenador. Era un planchado, peinado y repeinado, perfumado, tal vez algo retocado. Su chaqueta nunca se doblaba y medía minuciosamente el ángulo que sus labios formaban con el suelo. Nunca miraba al techo, porque allí no había nada útil. Nunca miraba al suelo porque no tenía nada que controlar.
La raya de su pelo formaba un ángulo recto con la línea del hombro de su chaqueta. Su movil siempre estaba encendido pero nunca esperaba llamadas. Su ordenador, siempre actualizado, no lograba recordar lo que había guardado ayer. Se mandaban mensajes de desesperación vía bluetooth.
Su mesa, su silla, su oficina blanca con luces de tubo fluorescente, el café amargo, la secretaria bobalicona, sus zapatos perfectos, su jefe, su móvil encendido, su ordenador apagado, la ralla de su pelo, no lograban resolver que su vida no tenía sentido y su futuro no tenía pasado.
Lucia
Tomaba sorbos de café a un ritmo de dos por minuto. Miraba el reloj cada media hora. Controlaba a la secretaria y a los de los lados. Todo ello sin quitar la mirada de la pantalla del ordenador. Era un planchado, peinado y repeinado, perfumado, tal vez algo retocado. Su chaqueta nunca se doblaba y medía minuciosamente el ángulo que sus labios formaban con el suelo. Nunca miraba al techo, porque allí no había nada útil. Nunca miraba al suelo porque no tenía nada que controlar.
La raya de su pelo formaba un ángulo recto con la línea del hombro de su chaqueta. Su movil siempre estaba encendido pero nunca esperaba llamadas. Su ordenador, siempre actualizado, no lograba recordar lo que había guardado ayer. Se mandaban mensajes de desesperación vía bluetooth.
Su mesa, su silla, su oficina blanca con luces de tubo fluorescente, el café amargo, la secretaria bobalicona, sus zapatos perfectos, su jefe, su móvil encendido, su ordenador apagado, la ralla de su pelo, no lograban resolver que su vida no tenía sentido y su futuro no tenía pasado.
Lucia
jueves, 18 de noviembre de 2010
INVIERNO
El frío se pega a las orejas y despeja las ideas,
la música sigue sonando en los oídos.
La gente mira a la gente,
qué graciosos cuando tenemos frío.
Los días fríos despejan las ideas,
ideas que tal vez calienten a los que se acercan.
Los pañuelos azules siempre me huelen a ayer.
El frío siempre da nostalgia de pasado,
anhelo de inviernos,
paz interior quizás.
La vida se decide en invierno.
Lucía
la música sigue sonando en los oídos.
La gente mira a la gente,
qué graciosos cuando tenemos frío.
Los días fríos despejan las ideas,
ideas que tal vez calienten a los que se acercan.
Los pañuelos azules siempre me huelen a ayer.
El frío siempre da nostalgia de pasado,
anhelo de inviernos,
paz interior quizás.
La vida se decide en invierno.
Lucía
jueves, 11 de noviembre de 2010
YA ESCRIBÍ
Ya escribí de amor.
Escribí de penas, de desamor. De miedos, de inseguridades, escribí de dolor.
Ya escribí de política, de ideologías, de cambios de ideologías, de melenas despeinadas.
Ya escribí de amor.
Escribí de libertad, de mucha libertad.
De emociones mías y de otros.
Resumí mi vida en una foto.
Ya no se qué más escribir, las ideas me abandonaron.
(Es que ya escribí de amor).
Lucía
Escribí de penas, de desamor. De miedos, de inseguridades, escribí de dolor.
Ya escribí de política, de ideologías, de cambios de ideologías, de melenas despeinadas.
Ya escribí de amor.
Escribí de libertad, de mucha libertad.
De emociones mías y de otros.
Resumí mi vida en una foto.
Ya no se qué más escribir, las ideas me abandonaron.
(Es que ya escribí de amor).
Lucía
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