Cuando se miraban por las mañanas se daban cuenta de que el tiempo no pasaba en vano.
Las arrugas de sus caras llenas de experiencias hablaban de sus años, sus manos estaban gastadas, se habian tocado mucho.
Ella lo miró un momento, por encima de las gafas, y el único pensamiento claro que tuvo fue que si había pecado de algo a lo largo de todos aquellos años, había sido de no haberlo querido. Ella había vivido en una obsesión. Él.
Lucia
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