La decisión del equipo médico fue clara. Había que amputar. Los cirujanos no dudaron. Los médicos accedieron. Todos los demás solo sintieron impotencia. Era cierto que el órgano estaba demasiado dañado para ser viable.
Amputar no era una solución para ninguno. Ni siquiera para los que disfrutaban del manejo del bisturí. Amputar era simplemente la única salida.
Aquel órgano, ayer rojo, lleno de vida, bombeando sin parar, pasaría a ser un órgano inerte, a desintegrarse. El paciente jamás volvería a ser el mismo. No es fácil vivir sin corazón.
Fue una enfermera la que, delante de la mesa de operaciones, se atrevió a hablar. Le había parecido ver latir a aquel corazón muerto. Tal vez no latir, pero sí moverse. Tal vez solo un gesto agónico, un gesto intentando defenderse de aquel bisturí asesino, de aquellos que no confiaban en que podía seguir viviendo.
- Doctores, démosle una oportunidad. Este corazón aun puede latir.
Ni el prepotente del cirujano encargado de la operación fue capaz de negarse. Dejar a un hombre sin corazón sería la crueldad más grande de su carrera profesional.
En la sala de despertar el paciente abrió los ojos y se llevó la mano al pecho. Aunque débil, allí seguía latiendo algo.
Se levantó de la cama y salió a correr, con el pijama abierto, enseñando el culo.
Poco le importaba. Su corazón se merecía otra oportunidad. Tenía de aprovecharla.
Lucia
=)
ResponderEliminarEs muy buena
Yo a veces me siento en lista de espera para esto mismo... pero siempre hay una oportunidad
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