Tras un día de lo más absurdo y frustrante no me queda otra que contárselo a mi blog.
Me he levantado a las 7 y media para ir a clase a las 9. El profesor no ha aparecido (dicen que cuando no vienen es porque están salvando vidas, así que no podemos ni quejarnos). Tenía que esperar hasta las 12 para dar una clase de la asignatura que menos me gusta. Así que me fui de la facultad a dar una vuelta mañanera con unas amigas. Qué absurdo levantarse a las 7.30 para no hacer NADA.
Mientras andábamos pensé que para hacer algo productivo me iba a comprar una cámara para arreglar el pinchazo de la bici. La compré y le dije al de la tienda que la iba a cambiar yo solita, sin ayuda de nadie. Y él me animó.
Las otras dos veces que se me ha pinchado la bici me la han cambiado Mario y mi padre, dos grandes hombres, pero esta vez me sentía rebelada contra el hombre arreglador, y quería ser yo, una mujer, la mujer arregladora e independiente, la mujer práctica y manitas.
Supongo que a estas alturas ya os imaginareis la frustración de mi sueño, pero aún así os lo voy a contar:
Cuando llegué a casa a eso de las 13.30 me fui directa para la terraza, le di la vuelta a la bici a lo rambo, me fui a por las herramientas, todo ello muy orgullosa y con la cabeza muy alta, e incluso con el objetivo de hacerlo en tiempo récord.
Eché un vistazo a la rueda pinchada. Efectivamente, pinchada.
Miré las herramientas. Dos llaves inglesas y dos destornilladores (uno plano y uno de estrella).
Observé la rueda. La tenía que quitar. Pero la lluvia ha oxidado las tuercas y los tornillos de la bici, y quitar esos tornillacos no era fácil. 25 minutos intentándolo. Una tuerca fuera, la otra no había dios que lo moviese (dios en minúscula por no ser todopoderoso).
Con el cabreo me fui a ver los Simpson. Cuando llegó mi padre le dije que si me podía quitar la tuerca ¡pero solo la tuerca! porque yo solita iba a cambiar la rueda.
Cuando he vuelto a mirar la bici mi padre habia quitado la rueda y la tuerca seguia en su sitio. ¿No hacía falta quitar la puta tuerca? ¿Era una tuerca inútil? ¿O la ha quitado y vuelto a poner? Misterios de la vida.
Así que a las 17.00, con un buen solete dando en la terraza me he puesto en tirantas de nuevo manos a la obra. Esta vez lo iba a conseguir.
Quito la cubierta (no es tan fácil), saco la cámara anterior, veo donde está pinchada.
Este último paso es algo absurdo, porque qué más da dónde esté pinchada, pero Mario me dijo que él lo hacía, y quiero ser fiel a mi maestro. Además, encaja con mi visión sobre la resolución de problemas: ir al origen. Además, tiene relación con el diagnóstico médico: ir al origen.
Pues allí estaba el origen: dos agujerillos de ná, que además no han sido por nada externo, sino por llevar las ruedas demasiado flojas. ¡Mi culpa!
Me dispongo a inflar la nueva cámara (llevo más de 20 minutos al solano, y aún no he hecho nada). La nueva cámara tiene una válvula que no encaja por ningún lado en mi bimba. Al decir en ningún lado quiero decir que tras otros 20 minutos intentándo meterla ¡como sea! no entra.
Con ganas de llorar, cagándome en la humanidad, en las válvulas, las cubiertas, las cámaras y en la mujer trabajadora, he llamado a Mario y le he dicho que ¡no lo he conseguido!
¡Vaya! Parece ser que existe un 'adaptador para la bimba'. ¿Un adaptador? ¿Y no pueden hacer todas las válvulas iguales? ¿Y por qué el de la tienda me da la fina?
Os contaré como termina todo esto.
De momento, la bici sigue desmontada en la terraza.
Lucia