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lunes, 15 de marzo de 2010

HISTORIA DE UNA BICICLETA, CAPÍTULO 3

Me siento obligada a contar el desenlace de mi aventura con la bicicleta, ya que llamé capítulo 1 al otro post, y una se queda como a medias.
Nos quedamos en que la válvula era pequeña. Efectivamente, lo era. Ni se me ocurrió mirar lo de la válvula al comprarla. Qué se yo. Estaba convencida de que lo lograría hasta si me daba solo media cámara.
Así que allí fui yo, a la tienda de nuevo, muy digna.
No pude evitar pensar que el de la tienda al verme entrar se reía, porque seguro que nuncacionfió en mi. Echó media sonrisa sospechosa y yo, bajito, le dije: no lo he conseguido.
Obviamente se rió ante mi cara de frustración. Me dio la cámara de válvula GRANDE, me dio ánimo de nuevo y ahí que llegué yo a casa, orgullosa, ambiciosa: VOY A CAMBIAR LA CÁMARA YO SOLA. Cuando de repente, ¡zas! ¿Le he devuelto el taponcito de la válvula? ¡Nooooo! ¡Lo he olvidado en casa! Qué sentimiento de culpabilidad: y ahora este chico va a pensar que quería estafarle, ¡soy honrada! Maldito taponcito.

Y sí, chicos, la cambié. Y en un tiempo récord de una hora.
Y al día siguiente fui a la tienda por tercera vez a devolverle el taponcito al chico, muerta de verguenza. Me dijo: ¿me estas diciendo que has venido... (mierda, me va a reñir por estafadora robataponcitos) ... solo para devolverme el tapón de la válvula? Y yo: sí, sí, lo siento, se me olvidó ponérselo... Y él: ¿pero en serio? ¡anda que no tenemos taponcitos! ¿quieres aire pa las ruedas, mi arma?




FIN
Lucía (cambiadora oficial de cámaras de bici y robataponcitos ocasional)

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