- Aun así, no me importaría seguir siendo tu princesa eternamente -dijo la chica de los pantalones de cuero negro, mirándolo detrás de aquellas gafas de sol.
El sol ya estaba cansado, bajaba lentamente por detrás de las montañas, riéndose de la chica de los pantalones de cuero negro, por llevar aquellas gafas que ya no necesitaba.
Y tanto que las necesitaba. La chica de los pantalones de cuero negro nunca mostraba sus ojos, porque sus ojos eran verdades, y ella una chica de misterios.
El chico de la barba rebelde sonrió. Él no llevaba gafas de sol porque no las necesitaba. Sus ojos oscuros no tenían la transparencia de los de ella.
- Sabes que lo serás.
Lucia
Siempre me impresionas, lo flipo
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