Observando desde detrás de un escaparate a todo el que pasaba, me fije en varias cosas.
La primera es que la navidad incita a los padres a sacar a los niños a la calle. Los llevan en brazos, les explican las cosas, les limpian los mocos, los peinan y repeinan. Hay muchos muchos niños. Y embarazadas.
Qué alegría, qué alegría.
Los niños no tienen cerrados esquemas mentales y piensan que hay muchas más cosas posibles. Nosotros aprendimos la palabra 'imposible'.
Quién, quién nos la enseñaría.
Algunas parejas se parecen. No sé por qué. Pero se parecen. Miran igual, hablan parecido.
Todo se pega, todo se pega.
Alguna gente parece muy muy feliz. Otra gente no tanto. Casi nunca parece coincidir con su suerte.
Lucia
Es la falta de convivencia con el mundo lo que hace tener tanta ilusión a los pobres renacuajos... Maldito el momento de la "madurez" en el que nos rompen la pompa...
ResponderEliminarYo creo que la palabra imposible nos la graban a palos, y en verdad, si, es una autentica pena.
Un saludo.
La gente dice que cuando llegas a una edad tienes nostalgia de infancia;Con respecto a lo posible y lo imposible, creo que el sentieminto adulto no es de nostalgia sino de indignación, era más bello creer, soñar y sentir que todo podía ocurrir, ¿y ahora qué? pues siendo realistas deberiamos seguir soñando lo imposible! Besos,
ResponderEliminarHasta mañana!