CUANDO NO PUEDAS PENSAR, ESCRIBE

jueves, 28 de julio de 2011

DOLOR

Solo le quedaba consolarse pensando en que todo en esta vida tiene un principio y un fin. Al menos el fin lo habían escrito ellos. Creer en el destino habría sido puro teatro.
Echar de menos le parecía un verbo demasiado suavón. El ardor en el pecho, la sensación de vacío, de caos, de vida sin sentido, el camino sin fin y el rumbo sin norte. Las mejillas coloradas, llenas de lágrimas, el corazón roto. Aquello no podía ser echar de menos. Aquel sentimiento desgarrador, que comenzaba en su pecho y llegaba hasta la garganta, le nublaba los ojos, le encendía las mejillas. Su piel dorada, ayer de él, había pasado a no pertenecer a nadie, a ser simplemente su piel, la barrera que separaba aquel corazón caótico de cualquier otra realidad.
Subió hasta lo más alto, seguía llorando, iba descalza. El viento le llevaba la melena a la cara y no la dejaba ver. Su vestido era blanco, largo, se movía con el viento, en un vaivén absurdo, casi tan absurdo como sus pensamientos, que solo querían saltar, saltar al vacío, dejar de existir para dejar de sentir dolor.
Una vez arriba, no pudo saltar. Se tiró al suelo, lloró y lloró. Al final se quedó dormida.
Cuando despertó por la mañana seguía siendo ella. Se tocó el pelo, miró su vestido, se puso las sandalias. Bajó andando lentamente. El sol le tocó los labios y tuvo que saborearlo.
Siempre queda otro amanecer. De repente se alegró de no haber saltado.

Lucía

2 comentarios:

  1. Tus relatos estan llenos de vida, pasión, tristeza, alegría, furia, esperanza... se nota que escribes con lo de ahí dentro.

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